Espacios de encuentro

lunes, 8 de abril de 2013

AUTORRETRATO LECTOR

Me llamo José Antonio Fraga y nací, modestia aparte, en un lugar en el que el mundo se llama Celanova, una tarde-noche de finales de mayo, muy cerquita de las casas de dos de los más importantes poetas en Lengua Galega, Curros Enríquez y Celso Emilio Ferreiro.
Cuenta mi madre, a quien la quiere oír, que el día que yo nací hubo extraños signos en el cielo, que las nubes eran rojas, y aunque el sol aún no se escondiera, la luna estaba espléndida y llena en lo alto.

También cuenta, que meses antes de que yo naciera, al llegar la noche y acabar la cena, mi padre se sentaba a su lado, al calor del brasero, y leía poemas en voz alta, para mí, para que yo pudiera oírlos. Éso lo siguió haciendo un par de años después de que yo naciera. Todas las noches, llegara cansado o no, tras estar desde el amanecer trabajando en la panadería y en los campos de labranza, se sentaba al borde de mi cama, y me recitaba un pequeño poema, después cogía un libro y me leía una página o dos.
En esos años, vivía con nosotros también mi abuela materna, una anciana de riguroso luto, pero con una alegría y una imaginación desbordante. Dice mi familia que éso fue lo que me dejó de herencia, junto al gusto por el "cuento". Mi abuela también me contaba cuentos, sobre todo cuando estaba en la cocina, con la comida a medio hacer, me sentaba en un banco al lado del fuego, y me hablaba, me recitaba "Las mil y una noches", "Ali Baba y los cuarenta ladrones", "Aladino y la lámpara maravillosa"...
Puedo decir entonces, sin temor a equivocarme, que antes de lector fui "oídor".
Pero fue a la edad de seis años, coincidiendo con el comienzo del verano anterior a mi primer año de colegio, cuando realmente empezó mi vida como lector. Fue en esa época cuando mi padre me hizo un regalo que me cambió la vida, el regalo más maravilloso que he tenido nunca; él lo llamó "a gaiola do aburrimento" (la jaula del aburrimiento). Ese día llegó del trabajo con un carnet de la biblioteca pública, un carnet para mi. Y ¡que razón tenía cuando me dijo: "cuando te sientas aburrido vas a la biblioteca y coges un libro, te aseguro que entonces, cuando empieces a leer, el aburrimiento desaparecerá"!
Fue entonces cuando me adentré en un mundo fantástico, en un mundo de espadachines, vaqueros, detectives, marcianos, piratas, monstruos... todos esos seres que he querido ser alguna vez.
Fue a partir de entonces cuando me hice amigo inseparable de "Mortadelo y Filemón", de "Zipe y Zape", del "Botones Sacarino", de "Anacleto, agente secreto", y de tantos otros habitantes de los cómics, aunque en aquella época se llamaban tebeos. Pronto conocí a nuevos héroes: el Llanero Solitario y su inseparable amigo Toro, al Capitán Trueno, Goliat y Crispín, a Jabato. Me embarqué en el navío del Corsario Negro, combatí del lado aliado en la Segunda Guerra Mundial con las compañías de Hazañas Bélicas, dí la Vuelta al mundo en ochenta días e hice el Viaje al centro de la Tierra de la mano de Julio Verne, cabalgué junto a Ivanhoe y Robin Hood. Conocí a "los cinco", a los "Hollister"... un mundo maravilloso, lleno de humor, aventuras, incluso terror... Conocí a El Quijote, a Gollum, a José Arcadio Buendía, a Rañolas e Pedriño, a Balbino...  un mundo que no abandoné jamás.
Desde entonces hasta hoy no he dejado de leer; por mis manos pasaron, pasan y espero que sigan pasando numerosos libros, innumerables autores, en diferentes lenguas... libros imborrables, otros de los que ya no queda más que una pequeña huella, pero todos, absolutamente todos, libros importantes y deseados en su momento.
Leo todo tipo de libros, todo tipo de géneros literarios, de autores... y no sabría decir cual es mi preferido. No sería capaz de elegir el libro que más me gustó... incluso, me sería muy difícil elegir una docena entre todos los que he leído.
Hay libros de los que me quedó grabado su principio, de otros, su final. Libros de los que puedo recitar de memoria numerosos poemas, o de los que me sé frases enteras de alguno de sus personajes, personajes que los recuerdo e identifico como si los conociese personalmente.
En resumen, puedo decir que los libros me dieron un "don", un poder... gracias a ellos tengo el poder de vencer la desidia, la apatía, el aburrimiento... sólo tengo que abrir uno y empezar a leer.


Espero que Curros Enriquez e Celso Emilio me perdoen por ter escrito en castelán

3 comentarios:

  1. Debemos dar gracias a ese padre y a esa abuela que han formado y criado a un gran orador y escritor. ¡Me has emocionado!
    Mecha encantado.
    Besos

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  2. Precioso relato y preciosa experiencia vital. Como dice Maru: ¡gracias, papá; abuela, gracias! Nos has emocionado, amigo mío... :)

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  3. Puedo prometer y prometo que no había leído tu trayectoria como lector, o sea que no vayas a creer que te he plagiado. Realmente, pertenecemos a la misma generación lectora, tenemos los mismos referentes, leímos los mismos autores, alucinamos con los mismos libros. No es lógico que por eso, entre otras cosas, hayamos congeniado tan bien en tan poco tiempo.
    Un abrazo, amigo.

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