Espacios de encuentro

miércoles, 25 de abril de 2012

¿Leen actualmente los estudiantes por placer?... Spot the difference (Homenaje a Antonio Mingote)




“La respuesta emocional hacia la lectura
es la primera razón para que los niños lean; y
probablemente también sea la única razón
para que no lean. (F.Smith)

“Cuando leo …camino por los senderos que imagino,
colonizo los espacios que adivino,
Y  en ellos me instalo.
presiento, intuyo y espero  ávido  el devenir,
 me hago preguntas que alimentan mi bullir,
 y respuestas  hallo”.
                                                              (Juan, 13 años)

!Hola a todos, niños, niñas y adultos! El día 23 es un día de fiesta que los humanos hemos convenido en colocar en el calendario para celebrar algo mágico, algo emocionante; algo que tiene que ver con  ese invento maravilloso que, pese a muchos, es el motor de desarrollo de nuestro pensamiento y lenguaje,  nos ayuda a imaginar, a sonreír, a emocionarnos, a volar a otros lugares, a colonizar espacios de conocimiento (como dice Juan), a  reflexionar sobre las cosas que nos rodean, e incluso  a dialogar con su autor hasta llegar a convertirlo en nuestro amigo: el libro.
¡Esa amistad surge como un chispazo!, algo así como un amor a primera vista, que consigue que cambiemos horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía. ¡Cuántas veces la lectura de un libro no ha sido la encrucijada que ha cambiado el curso de la vida de una persona! decía un autor cuyo nombre no recuerdo.
Pero, tristemente, no siempre es así. Son muchas las generaciones que se pierden esa amistad enriquecedora y ese amor eterno, incluso cuando tenemos a ese amigo enfrente abierto y propenso a dicha relación. Aún recuerdo de la infancia mi afición a la lectura de narraciones como los tebeos. La situación económica familiar no podía estirarse para permitirme comprar algo que yo deseaba fervientemente. La alternativa fue crear entre amigos auténticos círculos de lectura por decisión consensuada, con préstamos regulados convenientemente. Lo más sorprendente de esta situación era que esa relación de placer por leer era vista por algunos de los maestros que tuve como una distracción de lo que, según ellos, era lo importante: memorizar los aburridos libros de texto de aquel Bachillerato que empezábamos a los 11 años. 
Con el título “¿Leen actualmente los estudiantes por placer?” la OCDE ha emitido recientemente un Informe (septiembre 2011), que analiza algunos datos del Informe Pisa 2009 http://www.pisa.oecd.org/dataoecd/53/41/49184736.pdf
Entre sus conclusiones destacan:
1.      Leer por placer diariamente está asociado a un mejor rendimiento académico. Los estudiantes que se involucran en actividades de lectura tienen un mejor rendimiento en el centro escolar.
2.      La competencia lectora es crucial para que las personas den sentido al mundo en el que viven y continúen aprendiendo a lo largo de sus vidas.
3.      Una media cercana al 40% de los estudiantes de la OCDE informó que no leían por placer.
4.      Las chicas leen por placer más que los chicos.

Pero lo que más destaca de este Informe es la afirmación de que la tendencia de dicho  entusiasmo por la lectura decrece, si se comparan los datos de la evaluación del año 2000 y la del 2009 (ver siguiente figura).
Prácticamente ese deterioro en el placer por leer se da en casi todos los países analizados, a excepción de algunos considerados como “en vías de desarrollo” (Brasil, Indonesia, Tailandia, Albania, Perú, etc.).  

Los datos PISA 2009 referidos a la lectura por placer se recogieron a partir de un cuestionario individual que abarcaba las siguientes afirmaciones:
·         Sólo leo si tengo que hacerlo
·         Leer es una de mis aficiones preferidas
·         Me gusta hablar sobre libros con otras personas
·         Me cuesta terminar los libros
·         Me encanta que me regalen libros
·         Para mí, leer es una pérdida de tiempo
·         Disfruto yendo a librerías
·         Sólo leo para obtener la información que necesito
·         No puedo sentarme tranquilo y leer durante más de unos pocos minutos
·         Me gusta dar mi opinión sobre los libros que he leído
·         Me gusta intercambiar libros con amigos

En términos porcentuales, en el gráfico siguiente observamos que en  los resultados más altos de interés por la lectura se sitúan, curiosamente de nuevo, en países con un nivel bajo de desarrollo económico (Perú, Grecia, Brasil, México, Panamá, Colombia…)

¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué  algunas personas se aficionan a la lectura? ¿Por qué otras que pueden y saben leer eligen no leer,  como es el caso del personaje de la viñeta de Mingote?.
De otro modo,  ¿por qué alguien elige la lectura como fuente de información y placer durante toda su vida, y por el contrario  otras  personas que completan su formación universitaria raramente desarrollan hábitos lectores? ¿Cómo surge el placer por leer? ¿Qué hacer en la escuela?.

Nadie duda de la ilusión y la actitud positiva hacia el libro con la que los niños comienzan su escolaridad ¿Por qué en muchos casos ese afecto al libro languidece poco a poco? Es misión de profesores y padres lograr que ello no ocurra, y que el libro sea uno de los mejores amigos del niño y la niña.  En caso contrario, seremos responsables de la actitud hacia la lectura con la que salen de la escuela. Cuanto antes los familiaricemos con el libro, mayor expectativas de éxito tendremos en el objetivo de aficionarlos a leer.

Es urgente también luchar contra un cierto determinismo en el ámbito de las creencias, que asocia frecuentemente raza, sexo, nivel económico y educativo con diferencias en hábitos lectores. Razzano (1985), Wigfield & Asher (1984) y  Teale (1986) cuestionaron esta relación argumentando que el gusto por leer se explica muchas más veces a partir de la incidencia de factores idiosincrásicos y personales, y que suele surgir más por los efectos de decisiones concretas que se toman en contextos familiares o escolares que motivan a leer.  Aquellos contextos que tienen éxito en la creación del gusto por leer en los niños no dependen tanto del estatus socioeconómico de la escuela o la familia, cuanto de las creencias, actitudes y decisiones de los adultos responsables que pueden favorecer ese objetivo.
El placer por leer comienza en el hogar, se nutre y desarrolla en la escuela y continúa durante toda la vida. Uno sostiene que, si enseñamos a leer a un niño o niña sin fomentar una actitud positiva hacia la lectura, nos podemos encontrar con el riesgo de generar poblaciones de aletrados; es decir, de aquellos que sabiendo leer eligen no hacerlo,  como es el caso del personaje de la viñeta de Mingote reproducida más arriba. A nadie se le puede escapar que uno de los mayores fracasos que un país puede soportar, tanto económica, como culturalmente es enseñar a los niños y niñas a leer, y que éstos no lean en el futuro.

Habría que comenzar cuestionando en el medio escolar la idea muy extendida aún de que leer supone un esfuerzo casi exclusivo en tareas de decodificación letra/sonido, de reconocimiento de palabras, velocidad o precisión lectora, y  acierto en respuestas a preguntas sobre un texto concreto que exige su memorización previa.
Nuestra experiencia,  junto con la de muchos docentes más es que, inmersos en estos diseños de aprendizaje, los estudiantes suelen generar un cierto rechazo a   leer, considerando esta actividad escolar como rutinaria y mecánica. Ésa, y no otra, es la opinión del personaje de Mingote. Todo un tratado de Pedagogía moderna expresado en una viñeta. 

Efectivamente, la tragedia real de estos lectores es que muchos crecen en una cierta aversión a leer, fundamentándola en que la entienden como meramente escolar, trivial y tediosa.  Y cualquiera podemos reconocer fácilmente  la imagen de muchos alumnos y alumnas tratando de descifrar un texto escrito,  recibiendo mensajes de aprobación, o no,  casi exclusivamente por haber completado con éxito la lectura de un texto (“no te confundas”, “repite”, “fíjate bien”). Estos mensajes inevitablemente conforman  un tipo de lectores con una relación con la lectura muy dependiente, casi en exclusividad, de su nivel de competencia en sus habilidades lectoras que algunos consideran como "de nivel inferior"  desde el punto de vista cognitivo, de desciframiento y memorización.    
En las aulas, fomentar el gusto por la lectura es crea un entorno de calurosa invitación para leer, facilitando al alumnado medios y condiciones para que ello sea posible (ver figura siguiente). En consecuencia, debería disponer al menos de dos espacios para ello:
1.    Un rincón de lectura, acogedor, con asientos cómodos (hay muchos sillones en los centros escolares que no tienen mucha funcionalidad y que estarían mejor en este rincón), una sencilla alfombra y un panel, en donde el alumnado pueda exponer sus trabajos sobre libros leídos o recomendaciones específicas de
 lecturas. 
2.   Una biblioteca de aula que aloje en expositores libros variados, con la portada, visible, para  atraer la atención del alumnado.


                                 Curso 2005/2006. 3º Educación Primaria. Instituto Cañada Blanch. Londres.

Y, sobre todo, docentes que transmitan entusiasmo por lo que ellos mismo leen, procurando así implicar emocionalmente al alumnado. Por ejemplo, leer en voz alta al grupo-clase ejerce un efecto poderoso de modelado de conductas lectoras en los estudiantes, mostrándoles en la práctica cómo ler y el gusto que ello conlleva. Si deseamos que sean ávidos lectores debemos dar ejemplo (Calero, 2011).  Doña Diriga lo conoce muy bien. Es curioso observar, no sólo en los cursos iniciales, sino en los cursos superiores de Educación Primaria, el rostro de muchos niños atentos y admirados por la lectura que en esos momentos su profesor o profesora lleva a cabo.
Finalmente, la implicación de la familia en cualquier proyecto de desarrollo del interés por la lectura es esencial, sobre todo si ese proyecto se plantea como evaluable y mejorable anualmente.

Andrés Calero
@acalero1

-Calero, A. (2011) Cómo mejorar la comprensión lectora. Estrategias para lograr lectores competentes. Wolters Kluwer. Madrid.
-RAZZANO, B.W. (1985). Creating the library habit. En Library Journal, 110 (3),
 (pp:11-114)
-TEALE, W.H. (1986). Home background and young children’s literacy development.
 En W.H. Teale & E. Sulzby (eds.) Emerging Literacy: Writing and Reading (pp:173-
 206). Norwood, NJ: Ablex.
-WIGFIELD, A. y ASHER, S.R. (1984). Social and motivational influences on reading.
 En P.D. Pearson (ed.) Handbook of Reading Research (pp:423-452). White Plains. NY:
 Longman

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